Qué extraño es el estado afectivo que llamamos confianza. La confianza es la disposición afectiva más vulnerable, frágil y fácil de romper de entre todas ellas. Es una emoción contraria, en su esencia, a la ansiedad y el estrés, estados claves allí donde prima el desconcierto.
Cuando generamos confianza, vinculada emocionalmente a sentimientos como el amor, la amistad y el apego, lo que en realidad estamos haciendo es cambiar el mundo, ordenarlo según nuestra experiencia pasada. Es, por decirlo de esta manera, la reacción de aquél que actúa con la tranquilidad de poder anticiparse a los acontecimientos futuros.
En nuestros relatos colectivos como sociedad, solemos llamar crisis a las perturbaciones que ponen a prueba la solidez de los sistemas económicos, culturales y sociales en los cuales estamos inmersos, situándolos, de esta manera, al borde de la fractura. En las crisis, la confianza comienza a diluirse al ritmo que marque la duración de aquello que la ha producido, sea una pandemia o una tendencia que surga desde el interior de la comunidad.
En las crisis, la confianza comienza a perderse a velocidades epidémicas, y cuando esto sucede, en las sociedades se instalan estados de ansiedad y estrés que pueden llegar a transformarse, dependiendo de la localización y las circunstancias concretas, en pánico y desesperación.
Es entonces cuando se pone a prueba el carácter mismo de lo humano. Las catástrofes permiten descubrir lo peor y lo mejor de la especie humana. Mientras que en algunas zonas emerge la depredación y la violencia, a la vez que la parálisis impulsa la producción social del pánico y el miedo, en otras nace una especie de cooperación y colaboración comunitaria sin límites. Descubrimos así también, el conjunto de habilidades comunes que reside en nuestras sociedades.
En este sentido, Victoria Camps añade en una reciente entrevista en la revista Ethic que: “Estos días nos estamos ejercitando a fondo en la vida virtuosa, por necesidad y por compasión, en el sentido literal de la palabra: nos sentimos cerca de los que sufren, de los más frágiles, queremos que esto se acabe y que el mundo vuelva a sonreír. Estamos dando lo mejor de nosotros mismos. Actuando así, incluso en una calamidad como esta, se puede encontrar algo de felicidad”.
En las últimas fechas estamos asistiendo a la proliferación de actos espontáneos por parte de empresas que ofrecen herramientas e instrumentos para hacer frente a esta crisis sanitaria. Empresas, sobre todo, que se movilizan para ayudar al sector sanitario fabricando materiales necesarios o valioso en la batalla contra el virus, y con ello, quién sabe, tal vez nos descubra nuevas formas de consumo.
Lactalis Puleva, por ejemplo, ha comenzado a ofrecer gratuitamente envases con café con leche listo para tomar, con la idea de paliar la falta de materiales debido la saturación o las restricciones a los servicios de cafetería de los centros hospitalarios."Es nuestro pequeño granito de arena para ayudar en este momento tan complicado", expresan desde la compañía. “(El producto) no requiere refrigeración para su almacenamiento, con el fin de asegurar el cumplimiento de todas las recomendaciones de higiene y salud", explican.
Pocos días después, la compañía Pernod Ricard, fabricante de Beefeater o Ballantine's ofrecía su planta en Ciudad Real para elaborar geles hidroalcóholicos desinfectantes, a fin de prevenir la falta de material higiénico en la lucha contra el virus.
Y como estos, muchos más casos. El último del que tuvimos constancia ocurrió hace unos días por parte de la empresa cervecera Estrella Galicia. “Nos parece importante comunicaros que como mínimo hasta el 31 de mayo resistiremos este envite y, a partir de ahí, seguro que tendremos mucha más y mejor información, y seguiremos tomando decisiones que protejan y animen a todos nuestros empleados y colaboradores”, explicó el consejero delegado de Hijos de Rivera, Ignacio Rivera, en un emotiva carta dirigida a sus empleados. De esta manera, y apelando al sentimiento de familia de la empresa, consiguió transmitir un mensaje de ánimo y fuerza a toda la plantilla: “lo superaremos juntos”, terminó apostillando el comunicado.
Cabe esperar que en estos momentos los equipos de dirección asuman su responsabilidad, y reconsideren ahora lo que su fuerza laboral puede lograr en estos momentos de crisis. Los equipos de dirección no pueden más que comprender que las formas de trabajo que hasta el momento mantenían se han roto al verse estos trabajadores confinados dentro de un espacio físico no pensados para trabajar en la empresa. Y tener, además, que lidiar con circunstancias personales y familiares concretas que pueden producir soledad y estrés ante la falta de contacto con compañeros y jefes.
Un ejercicio de racionalidad basado en un pensamiento sosegado, el uso del sentido común, y un comportamiento mesurado y ético, pueden llegar a convertirse en ingredientes claves para superar con mayor éxito la tesitura presente.
Siguiendo este hilo, tecnologías que apoyen esos carácteres humanos que emergen en estas situaciones de crisis, y despierten la capacidad de colaboración, el desempeño de una habilidades comunicativas eficaces interprofesionales y el desarrollo de una inteligencia emocional que nos permita manejar emociones como el miedo o la ansiedad. Herramientas que impulsen esos carácteres humanos, algunos (aunque no todos) de los cuales nos pueden ayudar a hacer frente a la crisis de confianza que se ha generado. La humanización de la sociedad y de las empresas es lo que nos puede auxiliar en tiempos de desorientación. Es tan sencillo (y a la vez tan complejo) como apelar a nuestra propia naturaleza para iluminar todo lo que nos está ocurriendo.
¿Seremos capaces de recordar y aprender de lo que estamos viviendo?