Los estudios y la práctica demuestran que no hay que ser el más inteligente de la clase para triunfar en el ámbito profesional y personal. Según estudios de la Universidad de Stanford, el éxito de una persona no tiene tanto que ver con su coeficiente intelectual, sino, en la actitud que ésta persona tenga frente a su vida personal o frente a su trabajo.
Una persona con una buena actitud estará convencida de que todo en ella es susceptible de mejorar si se esfuerza en conseguirlo, independientemente de su inteligencia o preparación previa.
Tener una gran inteligencia o formación (aptitudes), cuando no se tiene actitud, sirve de poco, puesto que para triunfar es clave saber manejarse ante los retos, reveses y situaciones excepcionales que van apareciendo, para todo esto, una persona necesita más de su actitud que de sus capacidades. De esto, que las personas con una mentalidad de crecimiento y superación suelan tener más éxito.
Pero no podemos obviar, que para triunfar en cualquier faceta se necesita actitud y aptitud, porque éstas se complementan y son la base del éxito de una persona.
¿Aptitud o Actitud? ¿Qué es más importante?
Siempre depende de las circunstancias, por ejemplo, es difícil que una persona tenga una carrera exitosa como cantante si tiene mala voz, es decir, no tiene aptitud. Pero la actitud es más importante a la hora de cumplir las metas que una persona se pone, porque le dará la disciplina para conseguirlo.
¿Qué actitudes se necesitan para triunfar?
Para triunfar tienes que ser activo. Eso implica no ser conformista y saber animarte a hacer más. Las personas que logran convertirse en profesionales exitosos es porque en algún momento tomaron riesgos, o lo intentaron.
Entre las muchas clases de actitudes que pueden inclinar la balanza hacia el triunfo podemos destacar las siguientes:
Tener la mejor disposición para aprender y hacer bien las cosas:
Aquí se demuestra cuando las personas poseen una actitud positiva, quien tiene todos los deseos de mejorar su vida hará todo lo necesario para aprender y aunque el camino se torne difícil, se automotivan pensando en el resultado final.
Demostrar entusiasmo:
Las personas con buena actitud irradian una energía positiva que se vuelve contagiosa, vale la pena estar rodeada de gente con buena actitud, su entusiasmo impulsa a los demás a ejecutar labores con éxito.
Mantenerse positivo en los momentos difíciles:
Sentirse motivado por un periodo corto de tiempo es fácil, pero hacerlo cuando se tiene llega la adversidad requiere de un carácter especial. Cuando los problemas están a la orden del día es donde la actitud se vuelve más importante. Una persona orientada al éxito puede seguir trabajando en medio de la adversidad y así impone su voluntad hasta llegar donde desea.
Para llegar alto hay que aspirar alto. Esto implica dejar volar la imaginación y fijar metas importantes. ¿Va a ser difícil alcanzarlas? Seguramente. Pero es parte del encanto de luchar por lo que uno quiere hasta que llega el día.
No temerle al cambio:
Cuando te das cuenta de que quieres más de lo que tienes, viene una etapa de transformación y cambio. Para eso tienes que estar preparado para cambiar tu rutina, tus horarios y tu trabajo. El éxito es incierto y desconocido, pero eso no tiene que darte miedo.
Las oportunidades no tienen un sonido de notificación para que te enteres de su existencia. Por el contrario muchas veces son casi imperceptibles por lo cual tienes que esforzarte para visualizarlas. Para eso necesitas estar siempre alerta a lo que pueda surgir y arriesgarte a intentar.
Sentir pasión por lo que haces:
Para poder ayudar a que un negocio sea exitoso, es importante que te intereses por él al punto de que te apasione el trabajo que haces. La pasión es la que nos ayuda a seguir motivados esos días que las cosas no andan bien, y a recuperar energía para seguir adelante.
